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Pensamiento arborescente

Las paradojas del superdotado

Artículo publicado el 6 de octubre de 2017

Inteligencia, un arma de doble filo

Jeanne Siaud-Facchin, una de las principales expertas en el campo de las altas capacidades, afirma que la personalidad de los superdotados es “muy paradójica”. Según explica, sus cerebros son capaces de generar miles de ideas a una velocidad increíble y de forma muy creativa. Sin embargo, la gestión y organización de toda esa información se vuelve muy complicada. «Es una fuerza y una fragilidad a la vez»

En una entrevista publicada por el diario “El Mundo” en marzo de 2014, Siaud-Facchin lo describía así:

“La estructura cognitiva de las personas superdotadas es muy diferente a la del resto de la población. Cuando reciben un estímulo, en su cerebro se activan muchas neuronas, lo que les genera miles de ideas y una gran dificultad para saber discriminar la información correcta (…).

Además, la transición de los datos va más rápida que lo que tarda el cerebro en procesarlos. A eso se une que las conexiones entre la parte frontal del cerebro y la zona parietal también van más rápidas. Eso les da una gran potencia de inteligencia, pero también sobreabundancia de información, que les conlleva en la adolescencia una dificultad para organizar y estructurar el pensamiento”.

Julie, de 14 años, lo explica con estas palabras en el libro «Demasiado inteligente para ser feliz«·:

“En el caso de los niños normales, cuando se les hace una pregunta, hay una antena que se eleva y entonces se ponen a pensar, mientras que en el nuestro hay 25 antenas y de repente uno se lía y no llega a ninguna conclusión. Es muy difícil expresarse”.

 


Pensamiento arborescente,

una original forma de pensar que favorece la creatividad


 

Según Siaud-Facchin, el tipo de pensamiento propio de los superdotados recibe el nombre de arborescente. Consiste en que a partir de un estímulo o una idea se despliega a gran velocidad una red de asociaciones. Cada idea genera otra sin que aparentemente haya una relación entre ambas. Imágenes, sensaciones y emociones alimentarán esa arborescencia que se vuelve cada vez más compleja y cuyas múltiples “ramas” se despliegan hasta el infinito. Rápidamente, los pensamientos se condensan, y es mucho más difícil organizarlos y estructurarlos.

Las asociaciones de ideas propias del pensamiento arborescente no siguen el razonamiento argumental lógico, sin embargo, esta original forma de pensar favorece la aparición de ideas nuevas y creativas, de múltiples imágenes y emociones.

Además, la hipótesis de una mayor participación del hemisferio derecho (más intuitivo y artístico) en los procesos cognitivos de los superdotados ha sido objeto de numerosas comprobaciones científicas. Y cuando el hemisferio derecho es predominante todas las situaciones, intelectuales o no, en las que se requiere una organización y un orden riguroso se vuelven más difíciles, entre ellas el aprendizaje escolar.

Uno de los grandes escollos para los superdotados es el acceso a las instrucciones que les permiten responder a una pregunta. Por ejemplo, pueden ser capaces de dar una respuesta a un problema matemático, pero no saben cómo lo han hecho ni por qué. Son cuestiones que funcionan por debajo del umbral de consciencia. Desde el punto de vista neuropsicológico, esa singularidad se explica por la activación de conexiones neuronales que toman vías ultrarrápidas e imperceptibles para la conciencia.

 

Pensamiento arborescente


Hipersensibilidad


El segundo aspecto fundamental de la personalidad del superdotado es la hipersensibilidad. Para un superdotado algo banal se puede convertir en un cataclismo emocional. Según explica, Siaud Facchin:

“Las emociones siempre les invaden y esto puede generarles vulnerabilidad y dificultad para conectar con lo que les pasa. Además, tienen una inmensa capacidad de empatía, de sentir lo que sienten los demás. Esto crea una intensidad de vivir que a veces es difícil de llevar, pero también les genera creatividad, talento y fuerza”.

 


Actividad mental incansable


A esto hay que sumar que a estas personas les resulta complicado estar tranquilas y no pensar demasiado en el futuro y en el pasado. «Su cabeza siempre está activa, del pasado al presente y de este al futuro. Nunca paran”. Por eso, esta psicóloga afirma que “la meditación les viene bien, porque les ayuda a parar y a vivir el momento, a serenarse».

Sin embargo, la psicoterapeuta francesa deja claro, en la citada entrevista, que los superdotados no necesitan ningún tipo tratamiento farmacológico porque “no están enfermos”. “Ser superdotado no es una patología”, asegura. El desarrollo de estas personas depende de si se encuentran con un entorno de comprensión adecuado.  “Pueden estar recibiendo el mensaje de que son demasiado excesivos, demasiado sensibles, que plantean demasiadas preguntas, que van más allá en todo, que no dejan pasar ni una. Esta falta de adaptación crea desajuste, y esto puede llevarles a consultar con un médico. Si éste hace un diagnóstico erróneo, les diagnosticará unas patologías que sí las enfermarán, porque les recetarán pastillas que les harán enfermar”, afirma esta especialista.

“Esta forma de inteligencia contribuye a una gran lucidez sobre lo que pasa en cada momento de la vida, que puede generar además sufrimiento por entender demasiado, por analizar demasiado, e interferir en la capacidad de ser feliz”. En su libro ¿Demasiado inteligente para ser feliz?, Jeanne Siaud-Facchin analiza el día a día de los adultos superdotados y da algunas pistas para que la inteligencia se convierta en un buen aliado.

 

Autora: Ana Díaz Jiménez. Periodista. @anai_dj

 

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