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Escultura de Alan Tuning

Alan Turing y Albert Einstein

Artículo publicado el 24 de octubre de 2017

Genios de los que dijeron que nunca llegarían a nada

Un documento, hasta ahora inédito, revela que los profesores de Alan Turing fueron muy críticos con su trabajo escolar y minusvaloraron su gran capacidad intelectual. Algo muy parecido a lo que ocurrió con otros genios como Albert Einstein.

 

El Museo Fitzwilliam de Cambridge expuso en octubre de 2017 unas calificaciones escolares de Alan Turing, el hombre que descifró la máquina de códigos alemana Enigma durante la Segunda Guerra Mundial, considerado hoy en día como el padre de la informática moderna.

En este documento, publicado por los principales periódicos ingleses, se puede leer cómo el profesor de matemáticas de Turing se queja de la deficiente presentación de sus ejercicios. “Tiene que darse cuenta de que para ser un destacado matemático debe escribir de forma limpia y ordenada, legible e ininteligible”, afirma. Por su parte, el profesor de física dice que “ha hecho un buen trabajo, pero generalmente lo presenta mal. Debe recordar que Cambridge querrá conocimientos sólidos en lugar de ideas vagas».

Los comentarios de los profesores de letras tampoco son muy motivadores. Su profesor de lengua inglesa afirma que “su lectura es floja” y «la calidad de sus ensayos está muy por debajo de sus capacidades». En francés, su maestro escribe que “sus frases son muy flojas y comete errores elementales”.

Este documento se incluyó en la exposición titulada “Codebreakers and Groundbreakers”, que permaneció abierta hasta el 4 de febrero de 2018, patrocinada por la Universidad de Cambrige, Microsoft y The Marlay Group.

 

Alan Turing

Turing empezó a ser conocido mundialmente tras el estreno de la película “Descifrando Enigma”, en 2014. Comenzó sus estudios en la escuela de Sherborne, en Dorset (de donde son los citados resultados académicos), para luego continuar en el King’s College de Cambridge. Después se unió al grupo de élite encargado de analizar mensajes cifrados de la máquina alemana Enigma durante la Segunda Guerra Mundial. Un dispositivo que se utilizaba para enviar datos y estrategias bélicas sin ser descubiertos por el enemigo.

Gracias a su inteligencia y a su gran perseverancia, Turing consiguió desarrollar “The Bombe”, una máquina capaz de descifrar el código secreto. Su creación se considera clave en el nacimiento de la informática moderna y también en la victoria de la Segunda Guerra Mundial por parte de los Aliados.

Sin embargo, el matemático, considerado hoy como héroe de guerra, tuvo una vida muy dura. En 1952, Turing, que era homosexual, fue condenado públicamente y sometido a un proceso de castración hormonal. Dos años después, a los 41 años, se suicidó. El 24 de diciembre de 2013, la reina Isabel II promulgó un edicto por el que se le exoneró oficialmente, quedando anulados todos los cargos en su contra.

 

Albert Einstein

El paso de Turing por la escuela y la falta de comprensión de sus maestros  recuerdan mucho al caso de Albert Einstein, de quien uno de sus profesores de Secundaria dijo que su mera presencia erosionaba el respeto que le debía la clase y que “nunca llegaría a nada”.

A pesar de lo que dicen muchas páginas webs, Einstein no fue un mal estudiante ni tampoco suspendía matemáticas. Su profesor de la escuela elemental le consideraba su mejor alumno y, según su hermana, en matemáticas “estaba muy por encima de las exigencias de la escuela”. Sin embargo, su cuestionamiento de la autoridad y disgusto por el aprendizaje mecánico no le granjearon precisamente la amistad de sus profesores. En Secundaria se torció todo. Su malestar entró en una espiral que le condujo a la depresión y quizás a la crisis nerviosa.

No está claro si fue aquel profesor quien le invitó cortésmente a abandonar el Luitpold Gymnasium de Múnich, o si fue el propio Einstein quien ideó un plan para salir de allí. El caso es que en 1894, aprovechando las vacaciones de Navidad, se ausentó y nunca más volvió. En lugar de ello cogió un tren rumbo a Italia, donde vivían sus padres por aquel entonces, y les informó de que nunca más volvería a Alemania. En cambio, les prometió que estudiaría por su cuenta e intentaría que le admitieran en la Escuela Técnica de Zurich al año siguiente.

Pese a tener dos años menos que el resto de sus compañeros, Einstein se examinó en el Politécnico de Zurich y superó con facilidad las pruebas de física y matemáticas. No así las de literatura, francés, zoología, botánica y política, por lo que no fue admitido. Decidió prepararse esas asignaturas en la escuela cantonal de Aarau (Suiza). Al año siguiente volvió a presentarse y entró sin problemas.

Aquel nuevo colegio, que seguía una enseñanza basada en la filosofía de un reformador suizo de principios del siglo XIX (Johann Heinrich Pestalozzi), fue providencial para el joven Albert. Einstein diría más tarde: “Cuando lo comparaba con mis seis años de escolarización en un autoritario colegio alemán, me daba cuenta claramente de lo superior que resulta una educación basada en la libre acción y la responsabilidad personal a otra basada en la autoridad externa”.

Con el paso del tiempo, su gran creatividad, su rebeldía y sobre todo su perseverancia hicieron que aquel estudiante irregular, que según su profesor “nunca llegaría a nada”, cuestionara las creencias científicas establecidas y revolucionara la física.

 

 “A veces, la gente que nadie cree capaz de nada

es capaz de hacer cosas increíbles”

Alan Turing

 (“Descifrando Enigma”)

 

 

© Ana Díaz

Periodista. @anai_dj

 

 

PARA SABER MÁS:

 

Fotografía: Antoine Taveneaux. From Wikimedia Commons, the free media repository

Escultura de Alan Turing en Bletchley Park, una instalación militar localizada en Buckinghamshire, Inglaterra, en la que se realizaron los trabajos de descifrado de códigos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.