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Educación emocional

Educación emocional y superdotación

Artículo publicado el 20 de marzo de 2017

¿Por qué es tan importante la inteligencia emocional?

“Educar las emociones es importante, pero para los niños con altas capacidades es totalmente urgente y necesario”.

Montserrat Romagosa.

Según afirma Rafael Bisquerra, catedrático de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona y director de varios masters sobre Inteligencia Emocional, la creencia de que los niños superdotados cuando sean adultos serán personas extraordinarias no ha sido confirmada por la investigación científica. Esto nos podría llevar a pensar en la dirección de que a menudo les falta inteligencia emocional para tener un éxito en la vida acorde a sus altas capacidades.

Montserrat Romagosa, autora del libro “Las necesidades emocionales de los niños con Altas Capacidades”, destaca que estos niños tienen unas elevadas aptitudes emocionales que les hacen percibir incluso mucho más que los propios adultos. Se dan cuenta cuando algo no va bien. Sufren todo lo que sufren sus padres. Son esponjas, reciben sensaciones y recogen pistas que racionalizan, y aciertan la mayoría de las veces. En cambio, después no pueden gestionar sus emociones, les falta edad y madurez. En este sentido, educar las emociones es importante, pero para los niños con altas capacidades es totalmente urgente y necesario.

Según Romagosa, “los padres son especialmente importantes en la prevención de problemas sociales o emocionales. La enseñanza, no importa como sea, no puede sustituir su parte educativa familiar. En cambio, si tienen ambientes familiares de apoyo se puede contrarrestar las experiencias escolares infelices”.

Las-necesidades-emocionales. Montserrat Romagosa
Las-necesidades-emocionales. Montserrat Romagosa

 

Daniel Goleman, considerado el padre de la inteligencia emocional (al menos en lo que a su divulgación se refiere) sostiene que «la vida en familia supone nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional». Allí aprendemos qué sentimientos abrigar hacia nosotros mismos y cómo reaccionarán los otros a tales sentimientos; cómo pensar acerca de esos sentimientos y qué elecciones tenemos a la hora de reaccionar.  Según Goleman, «esta escuela emocional funciona no sólo a través de lo que los padres dicen o hacen directamente a los niños, sino también en los modelos que ofrecen a la hora de manejar sus propios sentimientos».

 

La educación emocional en el colegio

Cuando un niño vive una experiencia negativa se inhibe y aprende a no repetirla de la misma manera. Pero cuando un niño vive esa experiencia de forma favorable se motivará y podrá aventurarse sin miedo a la exploración, a la ampliación y al ensayo-error. Tendrá necesidad de compartirlo, con lo cual se trabaja la socialización, tan importante para el equilibrio socio-afectivo del niño, y traerá consigo mecanismos de autoafirmación y de identidad.

Romagosa explica en su libro que el problema surge cuando el niño no se siente cómodo en el entorno escolar y siente que no encaja; no acepta al grupo y sus iguales tampoco le aceptan a él. Si presenta altas capacidades, tendremos a un niño con más capacidad para razonar que los niños de su edad y, por tanto, más capacidad de percibir que algo no está funcionando. Lógicamente tendremos a un niño que se sentirá solo y tenderá a la culpabilización.

El niño de altas capacidades se da cuenta de que sus decisiones no se corresponden con respuestas gratificantes y se sentirá mal. Ese malestar le llevará a dos tipos de conducta: la apatía y la desmotivación hacia las tareas escolares, e incluso la hiperactividad. Esa hiperactividad se ha confundido muchas veces con el TDAH. Cuando se dan estas situaciones también podemos encontrarnos con problemas de conducta e incluso agresividad.

Uno de los grandes tópicos sobre las altas capacidades es que los niños inteligentes tienen unas notas excelentes. Sin embargo, cuando un niño con altas capacidades tiene este tipo de estresores, tendrá un importante déficit de motivación para ir a la escuela y, en consecuencia, no aprenderá. Por eso, la formación del profesorado es imprescindible. Porque el alumnado con altas capacidades no solamente necesita una intervención curricular, sino también un apoyo personal. Este es el problema principal. La mayoría de los docentes no entiende esta parte de apoyo y solamente enfoca la intervención dentro del marco curricular, dejando, por tanto, la parte de desarrollo y acompañamiento personal y emocional.

 

Alta inteligencia y sensibilidad, un cóctel explosivo

Estos niños por naturaleza entienden los conceptos abstractos, pero muchas veces son incapaces de hacer frente a las emociones que conllevan esos razonamientos, por eso sufren. Además, su manera de entender las tareas también influye en sus emociones. El perfeccionismo puede conducir al miedo al fracaso y por lo tanto a evitarlo. Otro aspecto relacionado con su extrema sensibilidad es la incapacidad de aceptar las críticas, ya que se las toman como una cuestión personal. Cuando eso ocurre su sufrimiento es muy intenso.

Por otra parte, los padres y adultos deben recordar que aunque hable muchas veces como un adulto, sigue siendo un niño y requiere de medidas disciplinarias apropiadas. Lo que puede parecer una situación graciosa, porque el niño de AACC es muy ocurrente y rápido en sus argumentaciones, no siempre es positivo y no le hacemos ningún favor permitiéndole que consiga sus objetivos, ya que la falta de normas les puede generar inseguridad.

Es importante que se encuentren con otros niños como ellos, que necesiten aceptación y comprensión, para poder compartir sus pensamientos y sus emociones, y también con adultos que les entiendan. Muchos estudios han demostrado que cuando un niño con alta capacidad intelectual no tiene desarrollada la capacidad emocional tiene dificultades para llegar al bienestar subjetivo, entendiendo este bienestar como la sensación de ser feliz.

Según afirma Montserrat Romagosa, “una infancia feliz sienta las bases para que nuestros hijos se vuelvan adultos responsables, maduros y felices, por eso tenemos que partir de la premisa de que en toda situación educativa no hay que descuidar el aprendizaje emocional”.

 

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